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Sean Bienvenidos todos! |
Dios es amor. "De tal manera amo Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna" (Juan 3:16). Si se conmueve nuestro corazón al
comprender el sufrimiento y sacrificio de sangre de Jesucristo, hasta morir en
la cruz en lugar nuestro, podemos ser sanados de nuestra irresponsabilidad ante
el pecado. Para nosotros es imposible apartarnos del pecado, pero al tener a Jesús
en espíritu y en verdad en nuestro corazón como Salvador, su Espíritu Santo nos
da la fuerza, paciencia y sabiduría necesaria para apartarnos del pecado y
salvar nuestra alma inmortal de la muerte eterna. Porque ese será el castigo
para los hallados culpables en el Juicio que Dios hará a justos e injustos
después de la muerte física.
Jesucristo, en su condición
de hombre y Dios a la vez, tuvo la misericordia de acatar la voluntad del Padre
y entregarse en sacrificio, para salvarnos. El predicó al pueblo la necesidad
de seguirlo para alcanzar la salvación. "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino
por mí" (Juan 14:6). Él enseñaba que toda la Ley era resumida en las
dos más importantes: "Amaras al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente"
y "amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:37-40).
Jesús fue golpeado, escupido,
humillado. Coronado con espinas tuvo que cargar con una pesada cruz de madera
hasta el lugar del sacrificio, donde lo clavaron en ella por manos y pies. Tuvo
sed y le dieron a beber vinagre. Finalmente en carne viva murió, en extrema agonía.
En él se cumplieron todas las profecías de las Sagradas Escrituras que desde 1400
años antes de nacer Jesús decían, refiriendose a nuestro Mesias, cómo, cuándo y dónde iba a nacer, hacer milagros, morir y resucitar al tercer día. Si inicialmente sus discípulos llenos de pavor
huyeron temiendo por sus vidas, para no ser apresados como su Maestro; a las
pocas semanas de verlo, escucharlo, tocarlo para comprobar que no era un
fantasma y compartir con él su comida, se lanzaron a cumplir la última orden de
su Maestro: "Id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda criatura" (Lucas 16:15). Con gran valentía
predicaban en tribunas ante multitudes, el Evangelio de Cristo, sin miedo a la
muerte que sabian que recibirían por seguirlo, con una poderosa e inmortal fe en Él. Esta
es la fe que vence el miedo a la muerte. Esta es la fe en nuestro Señor
Jesucristo.
No es necesario que sufras
para ser salvado de tus pecados. Por el contrario, es el pecado el que trae el sufrimiento,
pues nos aparta del Espíritu de Dios. Si reconoces ante ti mismo que eres un pecador,
pero te arrepientes y deseas seguir con fe y en verdad a Cristo y apartarte del
pecado, lee esta confesión de fe CON VOZ AUDIBLE, donde no puedas ser molestado
pues "Con el corazón se cree para
justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10: 10).
También puedes repetirla, guiado por una persona instruida en la fe en nuestro Señor
Jesucristo.
Dios mío, te pido me
perdones, pues soy un pecador, pero me arrepiento de todos mis pecados y aunque
no me merezco tu perdón, sé que tu Hijo Jesucristo sufriendo en la Cruz, pagó mi
salvación, pues compró con su preciosa sangre, mi alma arrepentida. Gracias
Padre.
Señor Jesucristo, sé que
naciste, viviste, moriste y resucitaste al tercer día, para darnos fe de ti y
de Dios y alejarnos del mal. Te pido por favor que entres en mi corazón a morar
en él y seas mi Dueño y Salvador. Límpiame de todo pecado con tu preciosa
sangre y permíteme estar en comunión con el Espíritu Santo de Dios para ser
transformado al nacer de nuevo, en espíritu. Por favor escribe mi nombre en el
Libro de la Vida. Gracias mi Señor. Amén.
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Iglesia Bautista "Buenas Nuevas" de Miami, Florida, USA. |