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Triumph of Faith over Idolatry, by Jean-Baptiste Théodon (French, 1646–1713). Church of the Gesù, Rome, Italy. |
La palabra "Fe" deriva del término latino "fides" y permite nombrar a aquello en lo que cree una persona o una comunidad. Cuando alguien dice: "… ¡ver para creer! …" demuestra su incredulidad con respecto a algo. La antítesis de este comentario sería, "tengo una fe ciega en esto o lo otro…" usándose el epíteto "ciega" para una fe que, sin necesitar ver, existe y por tanto cree, ya sea en una persona, una cosa, o un suceso.
Pero la Palabra de Dios en Hebreos 11:1 nos muestra la más bella, completa y perfecta definición:
"Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve".
Clasificándola como invisible y relacionándola con el futuro, ella nace y se alimenta espiritualmente de nuestra relación directa con Dios y con su Palabra. La cual nos eleva sobre nuestras posibilidades y nos permite disponer de las posibilidades de Dios. La Fe nos da la sabiduría, paciencia y fuerza espiritual necesaria para discernir, resistir y vencer las dificultades, al conectarnos con el poder invisible, eterno e infinito de Dios y de su Palabra.
Del pueblo hebreo, dice la Biblia:
"Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que la hay, y que es galardonador de los que los que le buscan". "Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados". "Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días". Hebreos 11:6, 29, 30.
Y el Rey David cantó:
"Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes". Salmos 27:13.
La convicción de no tener el control de lo que sucede en nuestras vidas y a nuestro alrededor, asusta o remite a ira. Se amarga quien no obtuvo respuestas y se vuelve enemigo de Dios o manifiesta con incredulidad que no existe o que no se puede probar su existencia. Buscamos siempre respuestas que nos digan de dónde vinimos, quiénes somos, y a dónde vamos. No será nunca pensando "ver para creer" como las encontraremos, sino que primero tenemos que creer para después poder ver manifestada la gloria de Dios.
El temor es el más grande enemigo de la fe. Las cosas que vemos en nuestro mundo y pueden atemorizarnos, son temporales y tan materiales que lastran toda espiritualidad. Si no leemos la Biblia, descubriendo a Cristo cargando nuestra cruz y en agonía amando, perdonando y muriendo por nosotros; no obtendremos nunca la Fe y menos aún las respuestas que buscamos. Muchas veces el sentir un vacío dentro del alma, sufrir de depresión, o mantener una constante ansiedad, es la más grande confirmación y consecuencia de vivir una vida sin fe en nuestro Creador.